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RAMIRO SANCHEZ NAVARRO

Los Brujos de Copallin.Relatos Prehispánicos.

Los Brujos de Copallin.Relatos Prehispánicos.

Autor:Ramiro Sánchez Navarro

El Curaca Puscán, deseoso de embellecer su templo y su palacete, ordenó a los hombres de su tribu explorar algunos yacimientos auríferos y argentíferos de su comarca. Abrigaba la secreta esperanza de que algunos de estos asientos mineros fuesen morada de los codiciados metales.

Algunas semanas atrás, el jefe de la tribu había sido invitado por Chimo Kápac, rey de los chimúes, donde había quedado deslumbrado por tanto esplendor y lujo. La chicha se tomaba en vasos de oro. La rica indumentaria de sus anfitriones, adornados con objetos de oro y plata, contrastaba con la suya pobre y humilde.

Al regresar a su tierra, Puscán creyó que tal estado de cosas no era digno de un curaca, como él.

Varios meses los copallines se habían pasado tratando de localizar alguna mina de oro y otra de plata, pero todos los esfuerzos resultaron vanos. Desalentados retornaron ante la presencia del jefe mayor, quien no dándose por vencido, convocó a todos los brujos de su región.

- Mi última esperanza la tengo depositada en ustedes. Quiero que con sus mágicos poderes, con la clarividencia que poseen, que descubran alguna mina de oro dentro de la comarca. Les doy plazo de una semana para que realicen este trabajo. Si lo logran ya les sabré recompensar con creces.

Seducidos por las recompensas, que generalmente consistían en obtener más mujeres, alimentos, coca, etc., los brujos efectuaron varias sesiones, pero con resultados negativos. En la zona no existía una sola mina de plata y mucho menos de oro.

El brujo mayor, llamado Imasita, se reunió con Puscán. Hablando en nombre suyo y de sus colegas le dijo:

- No hay una sola mina de oro en nuestra jurisdicción. En cambio si hemos visto mucho oro en toda la zona de Pataz. Hay incluso un pueblo, llamado Uchucmarca, que se asienta sobre pilares y vigas de oro.

Puscán suspiró con tristeza y al cabo de unos instantes dijo a su interlocutor:

-Si tengo conocimiento que en dicha comarca abunda el oro, como abunda la arena a orillas de nuestros ríos. Pero ese sitio está muy distante del nuestro. Además sería muy trabajoso recolectar el oro de las minas o de los arenales y eso demandaría tiempo y esfuerzo.

- Pero, jefe, nos ahorraríamos ese trabajo, si optamos por ir y sacar los pilares y vigas de oro de ese pueblo que le menciono.

- Sí, no estaría mal. Sólo que una decisión de tal naturaleza requiere no sólo de mucha audacia y sigilo, sino también de gran habilidad para obtener aquellos tesoros en un tiempo récord, de tal suerte que sus moradores no puedan percatarse a tiempo; pues, de lo contrario, tendrían grandes contratiempos. Es sabido que son muy belicosos y también cuentan con buenos brujos...

- Aquí lo que vale es la sorpresa. Esa operación la podríamos realizar en la noche, cuando ellos se encuentren dormidos. Nuestro trabajo se vería precisamente facilitado por la noche y por el descanso del pueblo. Además nosotros llegaríamos en contadas horas, ya que para ello, nuestros mágicos poderes nos permiten transformarnos en buitres.

- Muy bien. El plan es ideal ¡estupendo!. Tienen ustedes mi aprobación y ya pueden actuar. Imasita y sus colegas, tras unánime acuerdo, se reunieron en el palacete de Puscán, provistos de sogas, palos y herramientas de piedra. Pronto la tarde cedió el paso a la noche. La gente de aquel pueblo, ignorante de lo que acontecía en la corte del curaca, se refugió en sus respectivas casas para dormir.

Treinta brujos, encabezados por Imasita y bajo la atenta mirada del curaca, procedieron a iniciar una sesión de brujería. Tras la ceremonia de estilo, comenzaron a drogarse, a purgarse, bebiendo pócimas o brebajes, con plantas alucinógenas como el ayahuasca y el chamico. Danzaban unos tras otros describiendo círculos, cogidos de la mano y con las cabelleras largas caídas hacia adelante. Poco a poco, y ante el asombro del curaca, aquellos hombres musculosos y ágiles para la danza, se fueron transformando en buitres. Con las sogas y las líticas herramientas en las garras, alzaron el vuelo entre las sombras de la noche. En contados minutos remontaron alturas. Ahora volaban sobre el Utcubamba y luego sobre el Marañón para perderse tras los elevados cerros de la zona.

Tras varias horas de vuelo, irrumpieron en los cielos de Uchucmarca. Al pie, a muchos metros abajo, yacía el pueblo sumido en el reino de la paz, de la tranquilidad y del sueño. Extasiados contemplaron los brujos al idílico y pintoresco pueblo; el cual, ciertamente descansaba tranquilo y seguro sobre la base de un hermoso valle, circundado por cerros achatados y de suaves pendientes.

Visto desde lo alto, el plano del pueblo, adquiría la forma de una repisa, el suelo, relativamente llano, se había formado a base de aluviones y desmontes, a lo largo de varios milenios. Bajando aquellos huaycos de lodo y piedras desde los cerros adyacentes y lográndose detener sobre las grandes rocas que les sirven de sólidos soportes o muros de contención. Precisamente, tras aquellas rocas, estaban los pilares y las vigas de oro, ocultas para no despertar la codicia de propios y extraños. Esto es lo que descubrieron los brujos tras mirar y remirar las rocas, que allí se desbarrancaban en peñascos de largas dimensiones, con sendas vertientes a ambos lados, por donde discurrían ruidosas y cristalinas las aguas que se precipitaban en cascadas y chorreras.

Los brujos, tras sobrevolar por repetidas veces el pueblo, al fin acordaron asentarse en una loma cercana a Shotóbal, en el sector de Trigopampa. Estando en dicho lugar decidieron convertirse en hombres superdotados, potentes y hercúleos. Luego procedieron a sacar las indicadas vigas de sus respectivas colocaciones para llevarlas a su pueblo.

Ahora, la ambición inocultable de los brujos ya no era solamente embellecer la persona del curaca, de su palacete y de su templo, sino en ser ellos mismos los más ricos de la tierra, mucho más ricos que el legendario rey Midas.

-Seremos famosos y ricos, ricos.- Decía el brujo mayor riendo de buena gana, pero ¡Oh sorpresa y desventura! cuando estos hombres forzudos y poderosos daban comienzo a sus fechorías, sintieron súbitamente como que el mundo entero se estremecía bajo sus plantas. En efecto, un sordo rumor de la tierra provocó la alarma del pueblo. Los brujos, en la creencia de que aquello era el claro indicio de un cataclismo, que se anunciaba sembrando la destrucción y la muerte, no les quedó más remedio que volver a convertirse en buitres para escapar. Terriblemente asustados, los audaces ladrones, alzaron el vuelo hacia el pueblo de Copallín con gran estruendo y agitación de sus poderosas alas.

En sus precipitadas huídas debieron sortear una lluvia de piedras y flechas, disparadas por los bravos centinelas de Uchucmarca, quienes solían apostarse en lugares estratégicos, con el fin de cautelar la seguridad del pueblo. Aquí y allá se escuchó el bronco sonido de pututos y caracolas, clarines y tambores.

El peligro se había conjurado y como mudo testigo del fallido robo, quedaban en el lugar de los hechos las sogas y herramientas de los brujos, que el pueblo los tomó como trofeos.

VOCABULARIO

COPALLIN.- Pueblo y Distrito de la Provincia de Bagua, Departamento de Amazonas, Perú. En el período prehispánico formó parte del reino Chachapuya que fue sojuzgado por el Inca Túpac Yupanqui, hacia el año 1475, aproximadamente.

CHIMUES.- Habitantes del reino Chimú que floreció en la costa norte del Perú. Tuvo su centro principal en la ciudad de Chan Chan, a 3 kms. de Trujillo. Fue igualmente sojuzgado por el Inca Túpac Yupanqui en 1460 más o menos.

PATAZ.- Pueblo, Distrito y Provincia del mismo nombre, en el Departamento de La Libertad. Dicha comarca integró el reino Chachapuya.

UCHUCMARCA.- Pueblo y Distrito de la Provincia de Bolívar, Departamento de La Libertad. También integró el reino Chachapuya.(ramirosn@yahoo.es)

Nota.- La foto corresponde a los alreddores del pueblo de Uchucmarca,capital del distrito de igual nombre,provincia de Bolivar,Departamento de La Libertad,República del Perú.Foto de John Servayge.

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